miércoles, 17 de septiembre de 2008

Derú story 1: Gurú

Para alguien que no existe:

Me gustaría que leyeras esto, aun si es aburrido. Porque me gustaría que "me" leyeras aun si soy aburrido. No por obligación. Ya conozco muchas "personas" que fingen leerme por obligación. Quiero que vos me leas. porque está en tu corazón el hacerlo. No te conozco, no sé si existas; mucho menos si llegará este escrito a tus manos.

Dicen que el mundo es grande, así que supongo que las posibilidades son pocas. Dicen que todo sucede por una razón, si pienso eso entonces tal vez si escribo esto es para que vos lo leas:

~.~

Había una vez, un conejito. Se llamaba Gurú y vivía en el bosque. No vivía sólo, pero estaba sólo. Todos los días pasaban cargados de monotonía. Él miraba cómo los demás se divertían con cosas que para el eran insignificantes. Y al mismo tiempo las cosas que para él eran maravillosas, los demás las daban por insignificantes. Esa barrera los separaba como un cristal transparente, que le permitía verlos, pero nunca llegar a ellos. Un día escuchó mientras dormía, una voz.

- Sal.

Aunque fue muy breve el tiempo, la voz le causó una gran impresión, había sido un tono de voz grave, calmado, con un dejo de nostalgia de tiempo atrás. Al abrir los ojos, no vio a nadie. Nunca había escuchado esa voz ni a ninguna que se le pareciera en el bosque.

Quedó muy interesado, por lo que decidió ir a contárselo a su único amigo Mil. Pero para eso tenía que cruzar hasta el otro extremo del bosque. Era esa la razón por la que no se veían mucho. Si hubiera sido por él vivirían más cerca, sin embargo, aquella zona del bosque estaba custodiada y sólo árboles habitaban allí, por lo que sólo podía quedarse por un breve tiempo.

Se adentró en el bosque. El bosque era muy viejo, pero las profundidades no habían permitido que el tiempo las cambiara mucho. Las voluntades de los árboles antiguos son profundos abismos, ellos crecen lentamente y no gustan de los cambios rápidos. En un mundo novedoso, es común que les den albergue a los espíritus del pasado. Es por eso que la mayoría evitan el transito por esas zonas. A la mayoría de los guardianes no les gustan los extraños.

Fue así, mientras de adentraba que oyó aquella voz, una vez más.

- Sal del bosque.

La oyó más clara y más nítida que la vez anterior.

- El mundo exterior te espera.

- ¿Quién sos?

Preguntó el conejo, pero no hubo respuesta. A lo largo del viaje siguió escuchando cosas similares, pero siempre que preguntaba nadie respondía.

Al llegar con Mil le contó lo que venía aconteciendo.

- Tal vez deberías escuchar a la voz.

- ¿Por qué habría de hacerlo?

- ¿Por qué no? Tu sientes que no encajas aquí.

- Pero hay algo que me detiene.

- Yo no puedo acompañarte, mi destino es la tierra y está aquí en este bosque. Sin embargo tu tienes patas, tu puedes quedarte donde sea que te plazca. Tu tienes el poder de decidir. Quedarte o buscar tu felicidad. Tal vez la voz sea una parte de ti que intenta decírtelo.

Aquello dejó al conejo muy desconcertado. No sabía que hacer.

- No dudes más, amigo mío. Puedes regresar para verme cuando desees. Pues si bien no puedo moverme a voluntad, mis días transcurren más lentamente que los tuyos. Y sigo estando aun cuando los demás ya no.

- Partiré entonces- se resolvió.

~.~

Partiré entonces yo también, pues la historia del conejo es la mía también. Espero poder encontrarte aun mezclado entre todas las personas de este mundo.

Derú Sikoth

1 comentario:

Zeldas dijo...

Es verdad lo que te dije, me recordó esa parte de V, pero esta parte es única porque ha sido escrita por ti. Y tranquilo, los que te leemos (al menos servidora) se hace con el corazón más no por mera obligación.
Hay muchos conejitos, pero todos son distintos entre sí y ese conejito también cambia con el tiempo
Hermosa historia, te debo admitir que me sacó algunas lagrimillas... Por fa, niño, no lo dejes.